15/10/14

Recorriendo en moto a Costa da Morte


En la antesala del final del año 2014, parco en salidas en moto, y ya en el epílogo del periodo vacacional, hicimos una pequeña escapada de dos días por a Costa da Morte, tan próxima y a la vez tan atractiva.
Tal vez debido a esa proximidad, no es objeto de visitas masivas de turistas y ello contribuye a preservarla de la voracidad y de la codicia inmobiliaria y permite a su vez conservar el aspecto salvaje que la diferencia de otras zonas de costa.
Sin embargo,  la abrupta costa de temibles acantilados, peligrosos bajos escondidos a escasa profundidad, así como los implacables temporales que azotan esta zona, han ocasionado una gran cantidad de catástrofes marinas.


Tras llegar desde Vigo, recorreremos en esta ocasión el espacio comprendido entre Cabo Vilán, situado en el Concello de Camariñas hasta Malpica de Bergantiños.


El actual Faro de Cabo Vilán, que sustituye al original construido en el año 1854, es el primero que ha funcionado con luz eléctrica en el Estado Español.
El edificio del Faro está construido en un entorno espectacular sobre los acantilados verticales. Se comunica con la torre de granito de 24 metros de altura a través de un pasadizo cubierto.



El interior, a diferencia de otros muchos faros de la costa española que se encuentran en pésimo estado de conservación, mantiene abierta una sala donde están expuestos diferentes elementos ya en desuso, así como paneles informativos que permiten que conozcamos su evolución histórica y su magnífico servicio a la navegación marina,  que han venido prestando hasta épocas recientes, a la vez que evocamos el modo de vida romántico de sus singulares habitantes, los fareros.


Desde Cabo Vilán sale una sugerente y hermosa pista sin asfaltar paralela a la costa que llega hasta Arou y Camelle.
Tomamos esta pista hasta alcanzar el Cementerio de los Ingleses y la Playa do Trece, disfrutando de las espectaculares vistas de los míticos roquedales testigos de innumerables naufragios e históricas tragedias. El Atlántico nos obsequia con aguas de color azul turquesa en una agradable mañana soleada.
Circulamos en soledad a pesar de tratarse de un día expléndido, experimentando por primera vez las reconocidas cualidades "todo terreno" de la moto.
 

Desde la zona de estacionamiento situada al borde del Cementerio de los Ingleses se divisa al fondo la solitaria Playa do Trece con la gran duna escalando la ladera posterior.
La absoluta ausencia de intervención humana mantiene el entorno en su estado natural y salvaje, subrayando la esencia orignal de la Costa da Morte.


El Cementerio de los Ingleses fué contruido en 1890 después de enterrar en esa zona los 172 tripulantes ahogados en el naufragio del buque británico HMS Serpent.

El naufragio tuvo lugar de noche, a escasos metros de la costa y  solamente pudieron salvar la vida tres marineros.


Aprovechamos la espectacular panorámica del relativamente tranquilo Atlántico para comer los bocadillos que nos permiten aprovechar adecuadamente el día sin estar condicionados por el horario de comidas.


Concluimos la comida en el privilegiado mirador que constituyen los alrededores del Cementerio de los Ingleses y retornamos por la misma  pista hasta Camariñas.
Desde ese punto recorremos los escasos km. que nos separan de Ponte do Porto para desviarnos a la izquierda por la carretera comarcal CP-1601 en dirección al pueblo marinero de Camelle.

 

Camelle se encuentra en el epicentro de a Costa da Morte. Sin embargo esta aislada  población marinera es reconocida debido a un singular habitante ya fallecido: Manfred Gnädinger, popularmente conocido por Man.
En la fotografía anterior se aprecia su vivienda donde residió como un anacoreta, cubierto verano e invierno con un escueto taparrabos y consagrado a levantar esculturas utilizando como único material las rocas y cantos rodados que le proporcionaba su entorno.



Tras el fallecimiento de Man, se constituyó un Patronato participado por una comisión de vecinos y de políticos de la zona, con el propósito de preservar su memoria y también su obra artística.
Sin embargo los resultados prácticos han sido prácticamente nulos, hasta el punto en que los vecinos han dedicido abandonar el citado Patronato y su vivienda y esculturas languidecen a merced de las sucesivas galernas. Tampoco, como tuvimos ocasión de comprobar personalmente, algunos visitantes son respetuosos con las esculturas y se cuelgan de ellas para hacerse fotofrafías.


Dejamos atrás el puebo de Camelle y tomamos la carretera costera que nos conducirá hacia Laxe.
Tenemos por delante una bien asfaltada carretera que nos obsequia con innumerables curvas, magníficas vistas de la costa y escaso tránsito de vehículos. Todo invita por lo tanto a disfrutar de este corto y entretenido trayecto.
La orografía montañosa de la zona se abre de repente para mostrarnos una llanura de cultivos de maiz que limitan con una expléndida playa bañada por la luz del atardecer, la Playa de Traba.


Tomamos el corto desvío a la izquierda por caminos rectilíneos muy bien asfaltados, para disfrutar de la extraña sensación de disponer para nosotros solos de  una playa grande de arena blanquísima, en la que se forma una laguna interior y dunas estupendamente cuidadas.


Por una larga pasarela de madera vemos caminar de vez en cuando a algunos privilegiados vecinos de la zona, algunos de ellos ataviados con la ropa de trabajo y otros que aprovechan el cálido sol del atardecer para saborear la calma exquisita de ese momento y despedir de la mejor forma posible el luminoso día otoñal.


Concluimos este primer día de escapada en Laxe, otra de las villas marineras de la costa, situada en el interior de una abrigada ensenada en forma de concha marina que la protege eficazmente de la furia de los temporales. Para ello cuenta con la inestimable ayuda de un dique de abrigo.


Tenemos reservada habitación en el paseo marítimo en el Hotel Playa de Laxe en cuya recepción nos han proporconado abundante información sobre la villa así como de los alrededores. Finalmente nos facilitaron acertadas sugerencias de establecimientos para cenar.
El Hotel está situado en un emplazamiento extraordinario con vistas a la playa. Dispone de instalaciones extremadamente limpias, modernas y cuidadosamente atendidas por el personal.
El precio de la habitación es de 49 €/noche más 6 € por el aparcamiento en el garaje del hotel, que al verificar que viajamos en moto deciden no cobrarnos.
Una deferencia a tener en cuenta por los moteros.


A la mañana siguiente despertamos en otro día radiante, con agradables temperaturas para rodar y también con un poco de calima en el horizonte.
Tras abandonar el hotel y colocar el equipaje, esta vez ya en las maletas laterales Kappa de capacidad generosa, nos acercamos a contemplar el panorama desde el Faro de Laxe situado en la península que proporciona abrigo al pueblo, conocido como A Insua.


Salimos a continuación de Laxe siguiendo la serpenteante carretera hasta alcanzar Ponteceso, para girar a la izquierda nada más cruzar el río Anllóns y desde ahí dirigirnos a otro de los pueblos míticos de A Costa da Morte, Corme, de cuyos roquedales extraen los percebeiros los mejores percebes del Mundo. 
Para conseguir el preciado manjar, sortean las olas más implacables  con una mar generalmente embravecida y traicionera también como pocas.
Las cruces instaladas sobre las rocas evidencian el trágico final de alguno de estos desdichados jornaleros del mar, aunque en este día el Atlántico nos muestra su aspecto más hermoso.


Pasamos Corme Aldea para llegar a Corme Porto, dado que se trata de dos nucleos separados por aproximadamente 4 km.
Ya en el casco urbano de Corme Porto descendemos hasta el puerto pesquero y al final de este sale la carretera que conduce a Cabo Roncudo.
Este punto de partida hacia Roncudo, en el extremo de las instalaciones pesqueras quedaba disimulado por la entrada a un estrecho túnel cincelado en la roca y desprovisto de iluminación, para seguir desde ahí por una estrecha y bacheada carretera.
Actualmente han volado la bóveda del túnel y la carretera que nos conduce al Cabo Roncudo está mágníficamente asfaltada. Constituye una delicia recorrerla en moto.


Desde Cabo Roncudo las vistas son sobrecogedoras en un paraje abierto al mar, desprovisto de cualquier abrigo natural. A pesar de estar disfrutando un día expléndido, la espuma de las olas roció la moto y a los moteros.


De regreso a Corme con los pulmones  cargados del más puro oxígeno de Roncudo, cuya calidad es comparable a la de sus percebes, recorremos el casco urbano y aprovechamos para hacer un pequeño descanso en una terraza.


Regresamos hasta Ponteceso para tomar la carretera en dirección a Malpica de Bergantiños. Por el camino aún nos quedan dos desvíos abligados, ambos a la izquierda buscando siempre la costa.
El primero de ellos en Barizo para acercarnos a conocer la Playa del mismo nombre, a cuya derecha, si miramos desde tierra, se levantan algunas viviendas que no le restan en absoluto coquetería a esta pequeña playa de arenas inmaculadamente blancas y finas.


La penúltima parada antes de entrar en Malpica, que ya tenemos a la vista, es para girar nuevamente a la izquierda en dirección al Cabo San Adrián, desde donde tenemos a tiro de piedra los islotes de As Illas Sisargas.


El zoom nos aproxima el hermoso faro con sus instalaciones complementarias. Cabe comentar que las Illas Sisargas son un importante enclave natural para las aves marinas, a pesar de su reducida superficie.
Ello es debido a los suaves acantilados, donde encuentran el necesario sosiego para nidificar, alejadas de la presencia y presión ejercida por el ser humano.



Regresando por la misma carretera, antes de enlazar con la principal, ya avistamos Malpica y dejamos a la izquierda la Ermita de San Adrián y a continuación otra pequeña joya, la Playa de Seaia.


Disfrutamos durante un buen rato de esta hermosa y solitaria  playa de aguas cristalinas, en la ausencia de edificaciones y conscientes que nos hallamos en un lugar excepcional y único.
Tenemos la esperanza que esta y otras playas que tuvimos ocasión de conocer durante esta escapada, puedan conservarse en su actual estado, con la finalidad de servir a las futuras generaciones para saber como era nuestro litoral con anterioridad al frenesí inmobiliario.



Llegamos a Malpica alrededor de las 14,30 horas y vamos directamente a comer al mesón O Cachón, que nos habían recomendado anteriormente.
Tras degustar unas alubias con almejas y las deliciosas zamburiñas a la plancha, damos un paseo pos la playa y tomamos el café en una terraza que invita al descanso.



Regresamos por la misma carretera hacia Ponteceso para visitar el faro de Punta Nariga, que nos había quedado pendiente con anterioridad porque se hacía tarde para comer a una hora razonable.
Recomendamos a posibles viajeros que se acerquen a conocer esa zona extraordinaria de a Costa da Morte, que no dejen de visitar ninguno de los faros que figuran en esta pequeña crónica.
Todos ellos son diferentes entre sí, también sus respectivos emplazamientos son únicos y bien merecen dedicarles un rato para detenerse con tranquilidad a contemplar el paisaje magnífico que nos muestran.


La última parada en la zona,  ya de regreso, la realizamos después de pasar Ponteceso, en el Mirador de As Grelas. Se trata de un espacio natural de gran riqueza faunística y paisajística en la desembocadura del río Anllóns.
Así finalizamos una breve escapada en moto durante dos días soleados que nos dispensó la ultima quincena de septiembre, por uno de los parajes más hermosos del litoral gallego.
Hasta pronto quizás.

7 comentarios:

JoaquínSLl. dijo...

Bonito paseo, muy ilustrativo. Me apunto cantidad de lugares para cuando suba, que ya le tengo ganas a tu tierra. Aunque para ser sincero, lo que más me ha gustado ha sido el título de la entrada ;)

CARLOS dijo...

Hace ya años que estuve por ahí, hice un recorrido parecido al tuyo, me sorprendió, me encantó. Precioso artículo. Un saludo.

Diarios de una Bultaco dijo...

¡¡¡Que fotos y que lujo rodar por esas carreteras y pistas en moto!!!
Recorrí con detalle A Costa da Morte por el año 98; en un Alfa Romeo no en moto, por desgracia.
Algo más de una semana tardamos en hacer los 100 Km. entre Malpica y Finisterre. Como guía llevaba el libro Mar Tenebroso (Ramón Allegue Barreiro-Ramón Allegue Martinez), que documenta estupendamente los naufragios históricos y los recorridos por la zona.

Viaje inigualable con un punto de aventura al rodar por esas pistas donde no encontrábamos a nadie y llegar a pueblos y playas donde -entonces- apenas llegaba ningún viajero.
Los atardeceres en el Vilán, la soledad del cementerio de los ingleses, pueblos increíbles como Arou y Camelle. Susto de Man incluido. Cuando salió de su vivienda otros visitantes echaron a correr para sus coches. Allí hicimos uno de los dibujos que siempre pedía a quien visitaba su espacio Land-Art.
El sonido de la "palilleiras" en Camariñas. Flipamos viendo el paisaje de Laxe antes de llegar al pueblo. Como respira el mar en el Roncudo, donde vimos y oimos a un solitario gaitero (ponía los pelos de punta en aquel entorno). La soledad del cabo Touriñan, el paisaje de Muxia, el tum-tum de la piedra de Abalar, el ambiente festivo-veraniego de Malpica....
Después llegó el Prestige y se llevó mucho por delante.

Volvimos unos años más tarde y el mismo agrado con que vuelven los recuerdos viendo tus fotos se tornó en tristeza cuando vimos como había quedado Camelle, y otras obras con poco sentido que se hicieron aprovechando el dinero del desastre...
No sigo, disculpa la extensión del comentario, pero se queda uno corto en palabras para describir el encanto de esa costa.

Felicidades por las fotos, son magníficas. Menudo día os recibió en la Costa da Morte, destino soñado para pasear por sus pistas con una moto de enduro.

Slow Rider dijo...

Una delicia para los sentidos¡¡
Tengo pendiente visitar la zona.. algún día..
Abrazotes.

FREEBIRDRONNIE dijo...

Que lujo de ruta, me ha encantado, unas fotos impresionantes. Hace tiempo que tengo pendiente la ruta de Malpico a Vigo enteramente por la costa...
Un saludo

FREEBIRDRONNIE dijo...

Que lujo de ruta, me ha encantado, unas fotos impresionantes. Hace tiempo que tengo pendiente la ruta de Malpica a Vigo enteramente por la costa...
Un saludo

El baile de Norte dijo...

La Costa da Morte es uno de los lugares míticos de Galicia. La magia que trasmiten sus paisajes, sus tradiciones, sus leyendas, ... no deja indiferente a nadie y creo que a ti tampoco.