9/11/11

Serra do Courel


Desafinado la lluvia fría del otoño entramos en el corazón de la montaña lucense para conocer una parte de la sierra decididos a hacer senderismo húmedo.



Desde Quiroga ascendimos por la carretera LU-651 hasta llegar al Alto do Boi (1061m.) y desde allí se suceden curvas y más curvas que conforman el complicado acceso a este espacio natural único y también aislado por la accidentada orografía y por el olvido secular de los gobernantes.







Los variados colores otoñales se muestran expléndidamente a ambos lados de la intrincada carretera, hasta alcanzar Seoane do Courel, siguiendo el cauce cristalino del Río Lor.

DEVESA DA ROGUEIRA





En la entrada de Seoane tomamos a la derecha una estrecha pista asfaltada en dirección a la aldea de Moreda, tras aproximadamente 2 km. llegamos a una pequeña edificación bien señalizada que es el aula de interpretación de la naturaleza.
Desde ese punto arranca el sendero más conocido e interesante en todos los aspectos de la Serra do Courel, a Devesa de Rogueira.
Las devesas son bosques de tipo Atlántico orientados al Norte y caracterizados en consecuencia por un elevado grado de humedad.





Pertrechados de bastones, impermeables y paraguas inicimaos la ruta que en la parte baja tiene un perfil suave y discurre entre sotos de castaños.





La belleza del bosque mágico cautiva la atención de los reporteros avezados en el inicio del ascenso.




Coquetos puentes de madera y pizarra, materiales ambos muy abundantes en esta comarca, nos ayudan a sortear los numerosos regatos y riachuelos generosamente alimentados por la incesante lluvia que nos acompañará durante todo el primer día.





A medida que vamos ganando altura el desnivel va acentuándose. Dejamos atrás los quejigos y las hayas de hojas doradas para penetrar en el habitat sombrío de los tejos centenarios y de los exuberantes acebos. El haya constituye en esta zona su límite occidental de toda Europa.





La convinación de la niebla y la llovizna subrayan el aspecto mágico del bosque de A Rogueira en el tramo final.






Tras 4 km. de ascenso y haber superado los 700 m. de desnivel desde el punto de salida, alcanzamos as Fontes do Cervo (Fuentes del Ciervo), que brotan a 1.400 m. de altitud de una pared rocosa.
Brotan dos manantiales, pegado uno a otro. La singularidad es que del situado a la izquierda mana agua cristalina y del contiguo manan aguas ferroginosas. En ambos casos los habitantes de los alrededores les han atribuido propiedades curativas y sobrenaturales.






La espesa niebla impide las vistas extraordinarias sobre el valle que ha quedado atrás, pero el esfuerzo del empinado sendero nos ha compensado sobradamente con la belleza de esta devesa, que bajo la lluvia nos ofrece una imagen de autenticidad con la que por otra parte los gallegos estamos muy familiarizados.
Desde as Fontes do Cervo iniciamos el regreso e invertimos cuatro horas y media en recorrer la joya ecológica de O Courel.




Para alojarnos, Merche que es la encargada de logística y coordinadora de nuestras salidas en grupo, reservó un bungalow de cuatro plazas en el Campamento do Courel, que está muy bien situado a un km. de Seoane.






Tiene una habitación de dos camas en la parte alta y en el bajo dispone de dos camas que cumplen también funciones de sofás durante el día.





El baño y la arcaica y austera cocina completan el equipamiento que precisa urgentemente de una renovación.

Dispone asimismo de espacio para tiendas de campaña, piscina, duchas, servicios y un bar restaurante muy acogedor y bien atendido.
El precio es de 80 € por noche que consideramos razonable.




Para cenar nos acercamos a Casa Ferreiro en Seoane, famosa casa de comidas especializada en contundentes menús de montaña: corzo y jabalí con castañas entre otros.
El caldo de verdura de primer plato y las castañas que acompañaban el jabalí resultaron ambos decepcionantes , el jabalí y los postres estaban deliciosos. Precio total 48 €.



Tras una noche particularmente convulsa el el bungalow vecino, descubrimos un día más benigno que el sábado en lo que al clima se refiere y nos disponemos después de desayunar a acometer la ruta de Os Sequeiros de Mostaz, que parte de la iglasia situado encima del campamento.




Los sequeiros son antiquísimas construcciones en piedra y pizarra destinadas a secadero de las magníficas y abundantes castañas de estos sotos, llamados aquí en Galicia soutos.





El castaño magestuoso y bello ha tenido vital importancia en épocas pasadas para la supervivencia de la población campesina. Con la madera construían las vigas y tas tablas para el pavimento de las viviendas. La castaña ha constituido una fuente de alimentación muy importante, sobretodo hasta la aparición e incorporación generalizada de las patatas a la dieta después del descubrimiento de América.





También se ha utilizado y aún sigue suministrándose como alimento complementario a los animales. Otros animalillos la saboreamos magníficamente en sus diferentes presentaciones acompañada de un mencía adecuadamente elaborado.




Concluida la ruta de Os Sequeiros de Mostaz nos acercamos a visitar a continuación Seceda, una hermosa aldea de casas muy apiñadas situada en medio de un bosque extenso y bendecido por los mil colores del otoño.









La práctica totalidad de las viviendas de Seceda han sido reconstruidas o restauradas respetando escrupulosamente la arquitectura y todos los elementos originales.





Recorremos las callejuelas solitarias observados con indiferencia por esta apuesta felina




Después del mediodía del domingo, cuando la escapada se acerca a su final, aparecen tímidamente los primeros rayos de sol.




Tomamos la carretera LU-1303 sinuosa y estrecha que parece construida para ser recorrida en moto. Nos conduce desde Seoane hasta Quiroga pero esta vez pasando por Visuña y A Seara do Río.
Nos detenemos en Vieiros para bajar a contemplar la cascada donde el Río Selmo se despeña espectacularmente generando a su alrededor una espuma gélida.


La última parada antes de regresar a Vigo la hacemos en A Seara, lugar al que no tardaremos en volver porque merece la pena.



Con las luces del atardecer acariciando las abruptas laderas de la montaña de O Courel ponemos proa hacia Vigo.
Hasta pronto.

6 comentarios:

CARLOS dijo...

De lujo el reportaje y no lo digo porque fuera la provincia de Lugo, el río Lor me trae muy gratos recuerdos, me encanta tus fotografías de otoño, la ruta es una auténtica pasada y esos colores otoñales. Un enorme saludo.

Diarios de una Bultaco dijo...

Bonitas imagenes, con los colores del otoño.

Saludos,

Anónimo dijo...

Desde luego que los colores del otoño son preciosos en cualquier parte, pero en Galicia creo que se llevan la palma.¡Que bonita toda la ruta!Hay algunas fotos que parecen acuarelas por los colores tan delicados que tienen.
Y luego los homenajes culinarios que os dais para reponer fuerzas, que no son moco de pavo¿eh? A mí me cayó un ojo por el postre de la tetilla con membrillo ¡que rico!
Un abrazo, LILÍ

M.Eugenia dijo...

Que maravilla de ruta y que bontos los colores del otoño, me encantó la foto de las castañas.
Saludos

yulius dijo...

Preciosa la naturaleza en esta epoca de otoño,los colores de las hojas,los pequeños riachuelos que aparecen con las primeras lluvias,en resumen,un autentico lujo de imagenes que nos pones a nuestro alcance y esas comidas en un ambiente recogido y con amigos.
Es que lo tienes todo.Felicidades.
V'sssss

Mané dijo...

Sñrs. caminantes. os envidio,reportage precios y la ruta muy envidiable , la primavera es bonita pero el otoño no tiene nada que envidiar. Gracias por ofrecernos semejante belleza. Te seguiré para seguir deleitandome con tus paseos.