30/9/09






Cruzamos el puente de una emblemática estructura metálica ligada al perfil del pueblo y entramos en Pinhao con los ojos como platos, para dejar el equipaje en el Residencial Douro, donde habíamos realizado la preceptiva reserva. Un hostal modesto, limpio, muy cómodo, con aire acondicionado y con unas magníficas vistas desde la misma cama sobre el río.
Bajo un calor considerable nos fuimos a visitar la estación de ferrocarril, preciosa y adornada con gran cantidad de mosaicos, todos ellos relacionados, como no puede ser de otro modo en estas tierras, con el mundo de la vino y las labores de la vendimia.
La construcción de la linea do convoio de ferro, esencial para el desarrollo de esta región comenzó en el año 1867 y en la década siguiente llegó a Pinhao. Sustituyó a los rabelos en el transporte del vino hasta las bodegas de Vilanova de Gaia y significó un avance notable para la economía y el desarrollo de la región.
Resulta sorprende comprobar el elevadísimo número de usuarios de este medio de transporte. Una hora en tren de viaje río arriba llega hasta Pociño pasando por Tua y todo ese recorrido discurre siguiendo el curso sinuoso del Douro. Este es un viaje que nos ha quedado pendiente para futuras visitas.
Bajamos a conocer el paseo fluvial dotado de pantalanes flotantes para pequeñas embarcaciones de recreo y con dos alineaciones de atraque para los barcos-hotel de más de 50 metros de eslora que suben desde Oporto y hacen noche amarrados a estos muelles. El paseo es muy bonito, especialmente cuando llega la noche y cenamos en una terraza junto al rio y por 21 €.
Después de degustar unas copitas de delicioso tawny nos retiramos a nuestros aposentos.







No hay comentarios: